Cuando pensamos en un implante dental, es común imaginar un diente postizo colocado en el lugar de una pieza faltante. Sin embargo, esta idea no es del todo precisa. Un implante no es un diente artificial en sí mismo, sino un dispositivo sanitario biocompatible, diseñado específicamente para reemplazar la raíz de un diente perdido.
Gracias a los implantes dentales, no solo se recupera la función masticatoria y estética, sino que también se evita la pérdida de hueso —un efecto común tras la ausencia prolongada de una pieza dental— y se impide que los dientes vecinos se desplacen hacia el espacio vacío.
Una de las preguntas más frecuentes entre nuestros pacientes es:
¿De qué está compuesto un implante dental?
En este artículo te lo explicamos de forma clara y sencilla.
Las partes de un implante dental
Un implante dental consta de tres componentes principales que trabajan de manera conjunta para restaurar tanto la funcionalidad como la estética de la boca:
1. Implante (raíz artificial)
Es la parte que se inserta quirúrgicamente en el hueso maxilar o mandibular.
Generalmente tiene forma de tornillo y está fabricado en titanio o zirconio, materiales totalmente biocompatibles, lo que significa que el cuerpo los acepta sin generar rechazo.
Su función es actuar como una raíz artificial, sobre la cual se sostendrán las futuras piezas protésicas. La superficie del implante puede estar tratada o texturizada para favorecer su integración con el hueso (proceso llamado osteointegración).
2. Pilar (conector)
También llamado pilar protésico o pilar transepitelial, es la pieza que conecta el implante con la corona.
Se fija al implante una vez que este ha cicatrizado correctamente y actúa como un punto de anclaje intermedio. Su diseño y tamaño pueden variar según la posición del diente a reponer.
3. Corona (la parte visible del diente)
Es la estructura que reemplaza la parte visible del diente natural.
Se diseña de forma personalizada para adaptarse perfectamente a la boca del paciente, recuperando la estética, la masticación y la correcta alineación de la mordida. Las coronas pueden estar fabricadas en cerámica, porcelana o circonio, materiales que combinan resistencia y apariencia natural.
¿Cómo es el proceso de colocación?
El implante dental propiamente dicho es solo la primera fase del tratamiento. Tras su colocación mediante una cirugía ambulatoria, comienza un proceso de cicatrización en el que el implante se fusiona con el hueso. Esta etapa, que puede durar entre 3 y 6 meses, es crucial para garantizar la estabilidad del futuro diente.
Una vez completada la osteointegración, se colocan el pilar y la corona, finalizando así el tratamiento.
¿Por qué optar por un implante dental?
Hoy en día, la colocación de implantes es uno de los procedimientos más seguros y frecuentes en odontología. A pesar de que requiere cirugía, es una solución altamente efectiva y duradera frente a la pérdida dental, con resultados que restauran la sonrisa de forma funcional, estética y estable a largo plazo.
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